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domingo, 17 de febrero de 2008

AL BLOG DE JUAN POZO

Ligero de cuerpo y equipaje pero denso de pensamiento, de pachucha complexión y maduro carácter, hecho de humanidad profunda y estrecha amistad, curtido en el recio compromiso social, lidiador de tinto y grana durante un tiempo, de café y humo durante siempre, conversador tan empedernido como prolijo en amistades y experiencias, elegante como un junco, generoso aunque no tenga nada.
Su agitada, ajetreada y laboriosa vida hasta que cumplió los 50, debió dejarle dormidas en un rincón muchas de las cualidades innatas con las que, seguro nació a la luz de una madre amantísima y de un padre apasionado por el arte, que paliaba el hambre haciendo cartelones anunciadores de películas.
Si en otros tiempos quiso comer y beberse la vida, ahora, desde que hace ya más de una década abandonara los vidriosos desiertos amarillos, se quiere hartar, con la misma pasión y obsesión, de arte: de literatura leída y escrita; de expresión plástica, sobre todo: de su observación y aprendizaje, de su creación.
No es extraño que, cuando otros ya estamos tan de regreso de tanto que es de casi todo, Juan esté empezando en mucho: el “pozo” que nació, y que ha ido y va llenándose, está ya tan colmado que por su brocal empieza a desbordarse y desaguándose en rebabas de arte: poemas, artículos y novelas unas veces; collage, monotipos, dibujo y pintura casi siempre. Y lo mismo que antes se sometió a las reglas de lo que le dio su sacrosanta gana en un homenaje a su sed, a la intuición y al autodidactismo, ahora no le importa ejercitar las alas de su libertad sometiéndolas a la gimnasia de la academia. Cuando la potencia de lo innato se afianza en el punto de apoyo de lo académico, una de dos: o se estrella hasta inmolarse o se crece hasta multiplicarse haciéndose liviana cualquier resistencia. Esta es, creo, la opción que ha tomado Juan Pozo, a la que parece ser que ha decidido dedicar el resto de su jubilación.
Por eso creo que, como en las jóvenes esperanzas que ya se han probado y templado en las plazas más duras, Pozo puede ser una fuerte y segura promesa en las artes plásticas. ¿Acaso no lo atestiguan ya sus dibujos del natural donde sus pocas y rápidas líneas contienen la densidad y el futuro de un buen poema o de un intenso microrrelato?
Lo más importante de Juan es que son tales y tantas las riquezas (y las miserias) acumuladas, son tan intensas las emociones por donde ha discurrido y descarriado el motor de su vida, que tal bagaje de vivencias, tal caudal, no tiene más remedio que, encontrados los resquicios de la expresión, escaparse por los huertos y parcelas donde el arte da sus mejores frutos.
Ya irá, a no mucho tardar, vistiendo de libertad los perfiles y las pieles desnudas de sus modelos; ya les irá dotando del movimiento y la vida que les haga salir de la “universidad” para entregarlos al universo. Ya encontrará paisajes y entornos que sembrar.
Si es verdad -y lo es- que al artista la inspiración le ha de sobrevenir trabajando, lo tenemos claro: como los buenos toreros, Juan no le pierde la vista al estímulo, tiene siempre la paleta desplegada y el pincel dispuesto a reflejarlo en cuales sean los diferentes ruedos y soportes donde recrear esas faenas que ya están en su cabeza. En Juan puede ocurrir, como en otras ocasiones, el milagro: que el círculo se haga cuadro.


José Román Grima

sábado, 8 de diciembre de 2007

Presentación

¡Hola¡ Soy Juan Antonio Martínez Pozo. Nací una fría noche de 31 de diciembre de 1947 en Jaén, es decir, que dentro de cuatro días cumplo 60 años, ¡que no es mala marca¡ pero sigo teniendo la ilusión y las ganas de hacer cosas como si tuviera veinte. De ahí que, ahora jubilado de mi trabajo habitual, haya tenido la osadía de matricularme en Bellas Artes. Para mí, desde el momento que entro en la facultad empieza el disfrute, el aprendizaje de las distintas materias que aquí se imparten junto a la relación con mis compañeros/as me hacen divertirme profundamente.Mi afición por las artes, sobre todo por la pintura en mis comienzos, empezó desde muy joven, un niño casi, debido a la profunda admiración que mi padre sentía por los artistas plásticos en la medida que sus posibilidades se lo permitían. De ahí mi admiración desde pequeño por artistas que pude admirar con mi padre en el Prado en las ocasiones en que nos podíamos desplazar a Madrid. Y allí me admiraba con Ticiano, Velázquez, Goya, Rubens, Murillo, Zurbarán, el Greco…y tantos y tantos como cubren las paredes de esta gran pinacoteca.Pero pasaron los años y las lluvias y mi concepción del arte visual fue creciendo hasta el día de hoy que sigo inmerso en la gran duda de por donde voy a acabar. Los pintores que me interesaron y que me interesan son muchos y muy variados, de todas las fuentes quiero beber y a todas sus obras quisiera arrimarme; así desde Rembrand y Vermeer a Picasso y Barceló o desde Turner y Durero a Manolo Valdés y Viola, Turner, Van Gogh, Pisarro, Manet, Hopper, Warhol Basquiat, Rothko, Canogart o Millares... todos me interesan, ante todos sucumbo a todos me acerco o quisiera acercarme. Sin olvidar los pintores de mi tierra, muchos de ellos mis amigos, así David Padilla, Paco Cerezo, Rufino Martos (estos últimos intimos amigos de mi padre) Carmelo Palomino, Paco Carrillo, Manolo Kayser, Gapar Zarrias, Blas Cabrera. Paco Molinero...y un largo etcétera. Y...por eso estoy aquí.borradorde Juan Pozo9:42:00Suprimir1 – 1 de 1(Entrada sin título)de Juan Pozo 8/11/07